Era raro de apéndices corporales el que una laureada seleccionadora nacional fuera despedida del cargo después de unas olimpiadas, habiendo conseguido, además, medallas. Nada se decía, hasta que ha estallado la bomba y quince excomponentes del equipo nacional han escrito una carta conjunta describiendo el despotismo y las barbaridades que presuntamente perpetraba la seleccionadora Anna Tarrés.
Por si a alguno le pilla de sorpresa, que sepa que suele ser técnica habitual de muchos serios entrenadores de deporte de élite el que martiricen a sus discípul@s. En gimnasia artística es legendaria la mala baba que se gastaban los entrenadores de los equipos de la Europa del Este. Lo que aún no sabemos es como a Béla Karolyi le franquearon la entrada a los EEUU y le dejaron hacerse cargo del equipo de artística con aquella Marylou Retton, que si ganó un oro es porque en L.A. 84 no había una rusa ni entre las ensaladillas. Habría que preguntar a la Comaneci y a sus colegas de la selección rumana qué pensaban de este señor de bigotes. Pero a nadie le preocupaba lo que digan tres adolescentes mientras el país saque medallas. Pues en la sincro española, igual.
Por lo visto, alguna chica de la sincro se dirigió a la RFEN (la federación de natación) para contar lo de los atropellos de Tarrés y no le hicieron ni caso. Tarrés era intocable porque su mano de hierro, aunque oxide el agua, conseguía resultados. Claro está que ahora Gemma Mengual nos cuente que a ella no le pasaban estas cosas y que está muy feo echar mierda sobre el tema, claro que no nos van a contar que a Tarrés la han echado precisamente por las sobradas perpetradas contra sus discípulas y la Mengual aspira a ser algo en la federación. No hay que morder la mano de la RFEN.
Muchos dirán que eso del maltrato está por probar. Bueno, pero no es algo tan raro en los deportes de élite, sobre todo de mujeres, y si son crías, mejor. ¿A qué precio se quiere conseguir la gloria y los metales? ¿Hay que liquidar la autoestima de l@s deportistas? ¿Esto es el objetivo que persigue el alto rendimiento? Si es así, maldita la gracia. Tendríamos que cuestionarnos si los trastornos alimentarios, las ocho horas de ejercicio en una cría de catorce años, el infrapeso, la administración de fármacos a mansalva y las anemias por sobreesfuerzo, que son habituales en deportistas de élite, son realmente los objetivos de practicar el saludable deporte. Creo que nos pasamos por codicia medallística y gloria nacional.
Cuando la piscina suena, agua lleva y las chicas de la sincro nadan bajo presión....
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El gañán del vestuario, juguete roto.
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